domingo, 3 de agosto de 2014

1º competencia fotográfica y audiovisual en Espacio H


Tras el éxito del 3º SAFARI URBANO, Buenos Aires Oculto inicia su 2º ciclo del año y te invita a la 1º competencia fotográfica y audiovisual en el Espacio H para seguir revelando lo oculto. La participación es gratuita, pero los cupos son limitados. Así que ¡A APURARSE!
El evento se llevará a cabo el día sábado 9 de agosto de 10 a 13 horas en tres espacios del estudio que contarán con un modelo cada uno. Los participantes irán rotando por los distintos espacios, teniendo así la chance de interactuar con todos los modelos. A su vez, serán asistidos y trabajarán con una estética prediseñada que pueden chequear en la siguiente dirección: http://www.espacioh.com.ar/estudio.html

Consigna:
Realizar a cada uno de los modelos una producción FOTOGRÁFICA o AUDIOVISUAL que le servirá como producto de presentación para su ámbito independiente.
Elementos con los que cuenta el realizador participante:



Para participar:
Realizá la preinscripción enviándonos tu nombre y apellido, equipamiento técnico (tipo y modelo de cámara fotográfica o de video) y datos de contacto a: info@buenosairesoculto.com.ar
Buenos Aires Oculto seleccionará entre los preinscriptos 18 participantes: 12 fotógrafos y 6 realizadores audiovisuales.

Condiciones de presentación
Para FOTOGRAFÍA:
Cada participante deberá entregar 3 fotos (cantidad máxima) en formato RAW junto a su JPG. (Por lo que la cámara que utilice, durante la actividad, deberá tener esta posibilidad).
Para AUDIOVISUAL:
Los realizadores audiovisuales deberán grabar en un formato superior a 720p (1280 x 720 píxeles). Las obras podrán ser a blanco y negro o a color (queda a criterio del participante).

Recepción de los materiales:
Cada uno de los fotógrafos que participen deberán entregar ese mismo día (9 de agosto) un máximo de 3 (tres) fotos que seleccionen de la totalidad de las fotografías que hayan tomado, sin posibilidad de retoque digital.
Los realizadores audiovisuales tendrán 7 (siete) días corridos para la edición del material y su envío. Es decir, que tendrán como fecha máxima para su entrega el sábado 16 de agosto. La entrega se realizará vía email a info@buenosairesoculto.com.ar


LOS GANADORES DE ESTA COMPETENCIA SERÁN DOS, UNO POR FOTOGRAFÍA Y OTRO POR REALIZACIÓN AUDIOVISUAL.  AMBOS SERÁN ELEGIDOS POR UN JURADO INTEGRADO POR TRES MIEMBROS DE DISTINTAS ÁREAS DE LA CULTURA PERTENECIENTES AL COLECTIVO BUENOS AIRES OCULTO.


Premios:
Los 2 (dos) participantes seleccionados como ganadores serán premiados con un servicio de Espacio H a elegir en base a sus necesidades y a consignar entre las partes. Además, serán publicados en la Fanpage de BAO a los 10 (diez) días de realizada la actividad. También serán comunicados vía email.
Las fotografías ganadoras se conocerán y exhibirán a través de la Fanpage de BAO (www.facebook.com/BuenosAiresOculto) al igual que el resto del material.
Las mejores fotos y videos serán entregados a Espacio H para que puedan utilizarlos a modo de publicidad de su estudio. Por otra parte, los/as modelos recibirán su BOOK de fotos y video digitalmente, a partir de los 15 días de realizada la actividad.

NO TE PIERDAS LA OPORTUNIDAD
¡TE ESPERAMOS!





“La belleza artística no consiste en representar una cosa bella, sino en la bella representación de una cosa”.


                                                                                                                                                                  Immanuel Kant





 

miércoles, 30 de julio de 2014

Clics Modernos

                                             

“La idea no es vivir para siempre, es crear algo que sí lo haga”.
                                                                

                                             Andy Warhol (1928-1987)
                                                                                 
Por Raoul Duke

Polaroids. Su aparición a mediados del siglo pasado fue revolucionaria en un mundo analógico que todavía veía lejana la posibilidad de acceder y trabajar con las imágenes de la forma en que se hace hoy en día. La ventaja que suponía poder culminar toda la operación en sesenta segundos, disparando un simple botón, resultó de gran utilidad no solo para aficionados, sino también para profesionales y artistas de diversa índole que advertían en esta inmediatez nuevas formas de experimentación. Uno de los grandes incursores fue Andy Warhol, quien pasó gran parte de sus últimos años fotografiando famosos con la Big Shot, un modelo de “foco fijo” y una particular lente que habilitaba obtener imágenes similares de distintas personas sin modificar el encuadre y bajo las mismas condiciones técnicas. El moderno artefacto se transformó en una herramienta fundamental para su producción de retratos por encargo. La dinámica consistía en seleccionar “la mejor toma” entre el conjunto de la sesión -unas sesenta imágenes- para luego ampliarla, serigrafiarla y trasladarla al lienzo y así finalizar la entrega.
 

 
Los resultados eran contundentes y despertaban el interés mediático que volvía a posar los ojos en su obra, anonadados por la capacidad de Warhol para registrar fielmente una época que exudaba glamour y efervescencia -los años '70- sin perder el toque que lo hacía único e innovador. Esa innovación emergía de un hombre profundamente seducido por el plástico, el comportamiento sintético, la vanguardia y lo inmoral, capaz de volver estrella -o darle un nuevo brillo- a todo aquel que posara detrás de su lente. De hecho, muchas fueron las figuras (Truman Capote, William Burroughs, John Lennon, OJ Simpson, Farrah Fawcett, Jane Fonda, Jean-Michel Basquiat, Grace Jones, Madonna y un largo etcétera) que se beneficiaron con los servicios del inefable artista norteamericano. Cenas, charlas, violencia, productos de consumo masivo, sexo… Todo fue captado por la cámara de Andy, quien más que nada era un observador, sin ningún tipo de  instrucción fotográfica, pero con una especial y original forma de ver el mundo. La profundidad, posturas y apariencias que yacen tras la superficialidad de un objeto o rostro famoso le suministraban todo lo que necesitaba. En consecuencia, los retratos de Andy Warhol deben pensarse como un objeto de marca, una muestra del poder de su nombre sobre la pieza, más allá que en ciertos ambientes consideraran su labor simplemente una extensión de la frivolidad aplicada al servicio de las personalidades del jet set.
 

De la misma forma, muchos veían y aún ven la Polaroid tan solo como un mero juguete que carece de las opciones para poder manipular la imagen a voluntad. Sin embargo, la cámara ha pasado a la historia (dejó de fabricarse en 2007) como un icono de la creatividad y, hasta su diseño, se ha convertido en una especie de objeto fascinante y misterioso: una celebración de la innovación, de la captura fugaz. Tal como expresara recientemente el cineasta español Iván Zulueta, gran aficionado a las cámaras Super 8: “Aquella maquinita tenía unas posibilidades enormes. Sólo había que leer el prospecto: ‘no haga esto que entonces pasará aquello...' Yo hice todo". Lo que se dice un guiño a la belleza de lo imperfecto.
 

miércoles, 9 de julio de 2014

De rotation por Ciudad Emergente


Por Raoul Duke

Once upon a time…

Cuartos repletos, baños inaccesibles, pasillos atiborrados y lugares de comida al borde del colapso. Esa es la imagen con la que me topo un viernes a la tarde en mi visita al gran festival cultural porteño. Por lo que intuyo, el desfasaje se debe a lo limitado de los cupos para ver a Fuerza Bruta, cuyas funciones diarias vespertinas atraen más de lo que la extensión del recinto -un galpón para 1.200 personas- es capaz de tolerar. Yo, por mi parte, decido caminar sin dirección, tarareando no casualmente la melodía de Like a Rolling Stone y buscando algo (otra cosa) que despierte mi interés. Los carteles chorrean por doquier. Stand up, moda, batallas de hip hop, arte callejero; parece un gran supermercado. Mientras prosigo con mi marcha, advierto que ciertas salas, las menos lúdicas, no están tan a tope. Ingreso en una cubierta por postales fotográficas, correspondientes al ciclo anual de recitales gratuitos que el Gobierno de la Ciudad organiza todos los veranos en Parque Roca. Estremece una de Wallas, el líder de Massacre, contorneándose con una elasticidad envidiable para un hombre de tamañas proporciones -¡esa panza!- y descargando un grito vikingo muy bien capturado. En otra, Juanse, al mejor estilo de su otro yo -Pomelo-, es acosado por decenas de manos al retirarse del escenario empapado de rock and roll. La calidad de los detalles en HD de las imágenes fascinan, aunque también dejan evidenciado el curado digital al que se las sometió. De vuelta en el pasillo, me pliego a un grupito de chicas que hacen clic a todo lo que ven y termino en una habitación arropada por pilas semivacías de historietas, nacionales e internacionales, y revistas. Adentro la actividad es una: se “lee”, se guarda y se sale. Para no ser menos, tomo como souvenir una edición vieja de Inrockuptibles y desaparezco en el patio abierto donde la muchedumbre consume o estudia el siguiente movimiento. “Es hora de escuchar un poco de música”, pienso.


Hipsterland

Mi última visita al escenario principal del C.C.Recoleta se había dado en el contexto de otro festival cultural porteño: el de jazz. Machi Rufino (ex bajista de Invisible, Pappo’s Blues, etc.) y su trío cerraban la última noche. Fue un show de alto vuelo, inspirado y conmovedor. Hasta sorprendieron con una versión encantadora de Los libros de la buena memoria del eterno Luis Alberto. Seis meses después estoy parado en el mismo lugar pero ahora los sonidos son un tanto diferentes. No veo instrumentos. Sólo veo cuatro chicos haciendo ruiditos intrascendentes con unas máquinas que se camuflan en el look discotero-andrógino que ostentan desde sus chupines coloridos hasta los peinados (ni raros ni nuevos) made in hipsterland. No tocan, sólo giran perillas u oprimen botones en “La Mac”. Termina lo que fuera que estaban haciendo y huyen del escenario para ya no volver (los sets duran estrictos 30 minutos). Un poquito de rock marciano entretiene a las huestes y sale a la cancha el siguiente equipo; me cuesta notar las diferencias. El público, compuesto en su mayoría por pequeños grupitos de adolescentes curtidos por estos nuevos sonidos, se llama al silencio y escucha meditativamente, o al menos eso parece.


Hallazgo en la Sala Cronopios: Banquete de pordioseros
En estado puro. Así es como se las ve a Sus Majestades Satánicas aquí en Early Stones, un portfolio completísimo con más de doscientas fotografías inéditas de la banda insignia del rock and roll en el periodo 1963-1971, o sea antes de la lengua, los jets privados y Angie. Detrás de la lente estaba Michael Cooper, amigo y colaborador esencial del grupo, quien se quitó la vida en los albores de la década del setenta a sus treinta y seis años. El mito dice que los negativos de las imágenes yacían en un baúl que obsequió a su único hijo antes del final, consciente de lo que valdrían a futuro. Por eso no sorprende que la carta de suicidio -dirigida también a él- sea exhibida en una vitrina tal cual fuera redactada. En ella, Cooper misteriosamente responsabiliza por su decisión a "los tambores que dejaron de sonar”. Dios, qué época, qué vertiginosidad. Muchas conquistas, pero también muchos sueños destrozados. Tan sólo comparemos las miradas frescas, luminosas de Mick o de Keith del ‘63 o el ’64, cuando eran unos retoños poco aventurados, y las del ‘71, con miles de kilómetros andados, cientos de litros ingeridos, y varios muertos en el placard. De hecho, contemplar la serie en su totalidad es adentrarse en una realidad extinta de locura, experimentación y abstracción, sin matices. Pero no todo es visual. Un playlist con lo más emblemático de su repertorio prehistórico sacude fuerte la sala y resuena en todos los costados tonificando así la experiencia, y añadiendo colores a lo percibido. Ahora es Time Is on My Side la que reverbera infatigable con esa letra que sintetiza toda una década. Oh sí, definitivamente el tiempo aún estaba de su lado.


Por aquí
La noche cae apresuradamente y las actividades se van esfumando una a una. No hay más bandas, ni monologistas, ni promotoras repartiendo chiches. Los guardias, ansiosos por deshabitar el lugar lo antes posible, agitan sus manos vivazmente. No obstante, la retirada es perezosa, casi indolente. Una vez fuera, me dejo tentar por los vendedores de comida no orgánica y pido una hamburguesa con papas que como sentado unos metros más adelante, inmiscuido entre las raíces protuberantes de un árbol vetusto. Ya satisfecho, enciendo un cigarrillo  y alzo la vista casi por instinto. Allá, a lo lejos, entre la niebla y la oscuridad, asoma la entrada al cementerio en donde otro festival parece abrir sus puertas.





 
 

martes, 8 de julio de 2014

El Tercero, de Rodrigo Guerrero


Por Vizzor.

 Durante los últimos diez años, el cine argentino se ha caracterizado por su diversidad temática; por relatos que proponen miradas sobre la identidad sexual, y nuevos modos de representación. Como es sabido, dentro del cine argentino prácticamente no existían films –previo al llamado Nuevo Cine Argentino- que planteasen otro enfoque,  sea desde un apartado formal u estético. Tampoco contaban con un apoyo económico/ideológico,  y mucho menos con espacios donde proyectar films para llegar hasta una audiencia local. 

 Hoy en día, más allá de la riqueza artística de cada film, atestiguamos nuevas propuestas cinematográficas que legitiman un discurso social, y denuncian formas de expresión arcaicas-autoritarias, pero también ayudan a replantear una idea –ontológica- de la cosa misma. Pensar que un mes atrás se celebró el ASTERISCO, Festival Internacional de cine LGBTIQ , en la ciudad autónoma de Buenos Aires, no es un dato menor. No hay que tomar semejante avance desde lo temático-formal (o moral) como un mero destape, sería sufrir de miopía. Dicha corriente temática es  necesaria –y hasta crucial- aunque no hay que dejar de lado las complejidades del entramado narrativo-cinematográfico que cada una de estos relatos evidencian.
  
 Sin embargo, aún en nuestra cultura, la postura conservadora y el costumbrismo televisivo, así como las formas hegemónicas de representación (cuyos estereotipos y lecturas, nuestro cine se ha esmerado por imponer durante las décadas de los 70s y 80s) siguen de-formando opiniones y nutriéndose a partir de clichés y prejuicios, transformados muchas veces en meros productos que sirven al entretenimiento mediático. 

EL TERCERO (2014)




 El segundo film del cineasta cordobés se presenta como un punto de inflexión dentro de nuestra cinematografía local: no tanto por la osadía que manifiesta en ciertas secuencias del film, pero por su capacidad para desplazar el eje del paradigma de la identidad sexual, como gran vedette de este cine, para narrar un relato sobre las complejas relaciones humanas. Ya sea desde la observación de lo sentimental, y sexual, o poniendo el foco en nuestras prácticas-convenciones sociales que estructuran (y naturalizan) nuestra vida rutinaria.

 El film nos cuenta la historia de un joven, Fede,  interpretado por Emiliano Dionisi, quién por medio de un chat-erótico entabla un diálogo con una pareja mayor, formada por los actores Carlos Echevarría y Nicolás Armengol. La diferencia de edad y el medio (chat) como práctica social, funcionan como  punto de partida, ¿cómo nos relacionamos con la nueva tecnología? (Debido al uso del ya-extinto Messenger, uno podría ubicar la historia en la era pre-Facebook). Acá, el lenguaje y las normas sociales, junto a las formas de comunicarnos marcan una diferencia generacional entre los personajes; acarreando también una noción de lo impersonal frente al cómo queremos ser percibidos, rasgo característico más cercano a lo lúdico que ligado a la identidad del individuo (gran atractivo que la nueva red social contemporánea explota) que se evidencia a lo largo del film. Esta noción es, no sólo disparador de la trama, pero también dimensión significante que nos remite al rito iniciático (signo de adultez sexual) que subyace en los mitos y símbolos de toda cultura.  El Tercero se nutre de semejante concepto gracias a un sólido guión y maravillosa puesta en escena que logra comunicar y generar diversas emociones en el espectador, y que funciona confrontando estereotipos, convenciones, y prejuicios sociales. En cuanto a la dimensión estética-dramática, el film cuenta con un impecable trabajo actoral, una notable composición de imágenes hasta un inteligente uso del montaje -por parte del mismo Guerrero- que nos guía a través de su film demostrando su talento como cineasta; y recordándonos la riqueza narrativa que una mirada personal puede, y debe, otorgar a cualquier relato artístico.



Cines donde se proyecta: Cine Gaumont (Espacio INCAA) y Buenos Aires Mon Amour Cine (BAMA).

jueves, 12 de junio de 2014

3er Safari Urbano Audiovisual (La crónica)


 
Por Vizzor
Sábado 7 de Junio. Son las 15hs cuando me encuentro caminando por Av. Del Libertador, a cuatro cuadras de la Estación de Retiro donde estaba estipulado el punto de encuentro para el 3er SAFARI URBANO. Muy abrigado por miedo a la baja temperatura y la posibilidad de lluvia (llegué incluso a llevar un mini paraguas en mi mochila), me quito la bufanda, acalorado ya por la caminata, y termino por arribar al lugar en cuestión. Veo un grupo de personas con sus cámaras y mochilas, ansiosos por tomar fotografías.
Más personas se acercan. En frente mío, el Museo Ferroviario y su magnífica estructura edilicia acaparan la atención, mientras a mi izquierda se extiende un empedrado cubierto por barro que nos acerca unos metros más a las vías del tren. Un precario cartel reza “Gato Viejo, atelier de Carlos Regazzoni”, una flecha indica el camino, el único posible, a decir verdad pero probablemente sea un voto de confianza para evitar futuros desertores.

Estructuras de metal parecen surgir del barro y de la chatarra misma; el viejo atelier y las obras de Regazzoni aparentan extenderse por todo el terreno ¡incluso enormes hormigas lo hacen por lo alto! La ciudad porteña queda ahora atrás, casi olvidada, el interés de los presentes se concentra en las formas de metal que nos remiten directamente a animales, insectos, aviones, y maquinaria de todo tipo.

Cuando dábamos por sentado que el artista no se haría presente, suena una campana y nos sorprende con su irónico sentido del humor (a modo de reto) pero finalmente nos extiende su cordial invitación al recinto. Una vez dentro, nos encontramos con una fusión de bodegón antiguo y taller donde obras y estructuras, de diversos tamaños, son exhibidas para el deleite de quiénes se aventuren por aquellos pagos. Vehículos clásicos, pinturas, esculturas, y arte contemporáneo componen el variado catálogo artístico de este hombre.

Luego de disfrutar la oportunidad que tuvimos para grabar videos y tomar fotografías, saludamos a Regazzoni por última vez y nos dirigimos hacia el Museo Nacional Ferroviario Raúl Scalabrini Ortiz. Un edificio moderno, que cuenta con una exposición interesante y objetos dignos de un patrimonio histórico. Una colección de trenes, relojes y teléfonos antiguos, aparatos de telegrafía tipo Morse, por nombrar algunos. Lo que me llamó la atención fue un pequeño tesoro con el que uno se topaba en el primer piso del Museo. Una colección de cámaras fotográficas imperdible: una cámara francesa de madera (con manija transportadora de cuero) y otra con caja de madera y elementos de bronce; del 1900, realmente preciosas. Un diseño norteamericano marca Folmer&Schwing, división Eastman Kodak, para fotografías profesionales, y una máquina concebida para fotografías panorámicas (objetivo Goerz, Berlín), seducían a cualquier visitante. También exhibido: un fotómetro de fabricación inglesa con visor rectangular (caja de baquelita) de 1919, y una ampliadora fotográfica inglesa con tubo telescópico, marca Thor Pick Ard Ruby. Verdaderas reliquias que todavía conservan todo su atractivo característico.

Afuera nos saludamos y tomamos una foto, un lindo recuerdo pero –más que nada- un invaluable cierre para una jornada que celebramos todos los allegados a BAO y al audiovisual.

jueves, 5 de junio de 2014

Stanley Kubrick y la fotografía 3ra parte

 Por Vizzor.

 El beso del asesino (1955) fue el primer largometraje del cineasta, quién motivado por las buenas críticas recibidas por Fear and Desire, decide retomar la iconografía pugilística para transformarlo ahora en un policial negro (Film Noir). No es un dato menor saber la importancia que la ciudad juega dentro de este género, tan popular por aquellos años, y las capacidades fotográficas del joven Stanley.

Dado que no tenía permiso para rodar en las calles de New York y que su equipo de producción no estaba sindicado, el director recurrió a tácticas de guerrilla y subterfugios”.
Paul Duncan, Stanley Kubrick, Filmografía completa, Taschen.

  Su estrategia fue esconder la cámara y tratar de obtener buenas imágenes, a pesar de las malas condiciones de luminosidad. Junto a su equipo, trataba de grabar en locaciones donde la gente no se diera cuenta de que los estaban siendo filmados; y se vieron forzados, incluso, a sobornar policías para poder finalizar la jornada.



 





Un dilema de producción que debió resolver fue el sonido. Para evitar que el presupuesto del film se elevara más de lo previsto, decide filmar con sonido directo; sin embargo, debía utilizar micrófonos jirafa que provocaban sombras y limitaban los movimientos de cámara. Kubrick opta por no condicionar su imaginario visual aunque esta elección le costaría 35.000 dólares más junto con siete meses de postproducción sonora.



 En cuanto al estilo característico de El beso del asesino, hay una clara ruptura con la tradición clásica-narrativa de Hollywood. Podemos nombrar: el uso de un encuadre simétrico, mucha cámara en mano, plano-secuencia, cámara  a nivel del piso-contrapicado, fuertes angulaciones dramáticas que enfatizan el uso de sombras expresionistas, la original composición de encuadres para generar una relación personajes-ciudad y la utilización del montaje paralelo en secuencias climáticas.

 “Como hizo el director Orson Welles, Kubrick transformó los modelos clásicos para producir un nuevo género cinematográfico en el que el plano secuencia no está al servicio del realismo”.
 Bill Krohn, Maestros del Cine, Cahiers du Cinema.

 Esta película fue su primera y última producción independiente, ya que termina vendiéndosela a United Artists por 75.000 dólares, aunque a duras penas logre cubrir el gasto de la producción. Pero UA sería la puerta para su próximo proyecto, más ambicioso, llamado en nuestro país Casta de malditos o El atraco perfecto (The Killing); obra de la cual se continuaría hablando hasta el día de hoy. 

(continuará…)

Reflejos del Devenir


 
Por Raoul Duke

“La aterradora inmensidad de los abismos del firmamento es una ilusión, un reflejo exterior de nuestros abismos”.
Con esta inquietante frase de Jorge Luis Borges (extraída de El espejo de los enigmas) se topa uno al ingresar a la sala donde se exponen las obras recientes del artista Juan Doffo en la Galeria Rubbers. La muestra, titulada Breves pasajes de luz (y que finalizó el 28 de mayo), es un recorrido por pinturas y fotoperformances que sirven como metáforas visuales o instrumentos que guían los sentidos hacia el territorio de lo simbólico, lo no configurado.

El propio artista se encarga de allanar el terreno: “La exposición afirma un aspecto de mi persona, que es la necesidad de crear estructuras, formas simbólicas, para vivir. Lo cotidiano es una construcción de cada día y le vamos dando forma sobre un plan, sobre una estructura, una arquitectura de lo real. Así trabajo yo: primero encuentro una geometría, una estructura y luego me dedico a volar, a jugar, a crear en base a la estructura. Uno puede dominar técnicas pictóricas o técnicas de cualquier tipo, pero si no tiene nada para decir, entonces no hay obra de arte”. Esto es evidente en todos los trabajos que conforman la muestra: universos que se disparan multiformes a partir de una actividad mental; espacios abiertos salpicados con luces, líneas, puntos; o pequeñas formas encerradas en paisajes de color como en estado embrionario. Los títulos, por su parte, son a la vez sugerentes y enigmáticos. Podemos encontrar nombres como “El alquimista piensa en las secretas leyes”, “Tal vez apenas somos reflejo” o “Espacios que ignoro y que me ignoran”, cuya apertura e interrogación parecen ser simples ventanas a través de las cuales el visitante debe arrojarse, desprenderse, en un ejercicio profundo de interpretación libre y canalización de lo percibido.

                                                                          Extraño sueño que no fue todo sueño: San Pablo bajo la lente surrealista de Juan Doffo

Doffo estudió Religiones Comparadas (que analizan las diferencias de interpretación de temas e ideas comunes a las distintas religiones del mundo) y se acercó al Zen. De esas disciplinas tomó conceptos que son centrales para comprender su visión. Adoptó la postura de Hermes Trismegisto, quien asegura que "todo es mente, todo es percepción de la mente”, así como que “vivimos entre dos infinitos y la única certeza es el instante, un pasaje de luz, y no debemos perder la capacidad de hallar el centro en ese instante”.

Pero quizá para entender mejor el estilo del autor haya que retrotraerse a sus orígenes en Mechita, un pueblo ferroviario de la provincia de Buenos Aires. Rodeado de llanuras inmensas y cielos enigmáticos, Doffo fue desarrollando una curiosidad incipiente por los fenómenos de la metafísica y la filosofía. De hecho se dice que aún conserva su casa allí, donde instaló una cama afuera para que sus hijos pudieran disfrutar la simple experiencia de mirar las estrellas.


El conjunto de las fotoperformances son fruto de la estadía del creador en una fazenda de San Pablo durante el mes de febrero, cuando fue invitado junto a otros artistas en el contexto de una residencia internacional. En ellas el elemento privilegiado es el fuego, como símbolo y enigma, que irradia paisajes salvajes, oscuros, nocturnos, casi como si se tratara de alguna clase de rito. Anillos sangrantes, troncos enardecidos por las llamas, rajaduras volcánicas; todos mensajes indescifrables provenientes de un más allá que juega con lo onírico, lo abismal. En el fondo, metáforas visuales que intentan dar respuesta a interrogantes universales: el amor, la belleza, el arte, la vida, la muerte, las creencias religiosas, el tiempo infinito.

Para cerrar, me quedo con las palabras de Lucas Beccar, que figuran en el prólogo de la muestra: “Doffo pinta ecos y extraños sueños que no son del todo sueños. Nos recuerda que la realidad es la que vivimos, recordamos y soñamos como breves reflejos en el devenir cósmico”.